Trump impugna la “salud sexual y reproductiva” en la ONU, pero falla en lograr dejar fuera el lenguaje abortista.

By Austin Ruse | December 7, 2018

NUEVA YORK, 7 de diciembre (C-Fam) La diplomacia pro-vida de la Administración Trump ha liderado una serie sin precedente de votaciones al interior de comités de Naciones Unidas para excluir al aborto de las políticas del organismo, pero para revertir lo hecho durante la Administración Obama se necesita una voluntad política mucho más robusta.

Diplomáticos estadounidenses presentaron, retiraron y luego volvieron a presentar una batería de enmiendas proveniente de las bases del tercer comité destinada a calificar o a eliminar el término “salud sexual y reproductiva” en varias resoluciones de la ONU sobre mujeres y niños, un término que se ha venido haciendo omnipresente en acuerdos en la ONU en años recientes.

Como era de esperar, las enmiendas estadounidenses fueron rechazadas casi en su totalidad, no obstante un máximo de cuarenta y cuatro países apoyaron una de las cinco enmiendas presentadas por los estadounidenses en referencia a este problemático término.

Estas votaciones sin precedentes muestran lo mucho que la “salud sexual y reproductiva” se mantiene en disputa, no obstante los esfuerzos para hacer omnipresente éste término. Demuestra que Estados Unidos no se encuentra aislado en su posición pro-vida a pesar del empeño europeo de que parezca lo contrario.

Mientras Estados Unidos tomaba medidas deliberadas a lo largo de las negociaciones para remover el lenguaje antivida, se colocaron muy por debajo de lo que querían los estados  miembros pro-vida y de lo que las organizaciones pro-vida le pidieron al Presidente Trump que hiciera en una carta dirigida a él antes del arranque de la Asamblea General.

Delegados de países pro-vida estaban esperanzados en que los Estados Unidos tomarían una posición más drástica, incluída una convocatoria a votar en resoluciones ya impugnadas, pero Estados Unidos nunca lo hizo.

Muchas de las delegaciones encontraron confusa esa falta de resolución por parte de los Estados Unidos, lo que indica que el tema de la vida resultó secundario respecto a otras prioridades estadounidenses. El bloqueo de los términos relacionados con el aborto en la política de Naciones Unidas no alcanzó los mismos niveles que la oposición a los “derechos colectivos”, un término incluido en los derechos de la resolución de campesinos que hizo que los Estados Unidos votaran la resolución en su totalidad.

Pese a dos años de oposición en políticas internacionales en lo que a términos relacionados al aborto se refiere, la Administración Trump no ha sido capaz de revertirlos en resoluciones de la ONU como lo ha hecho en otros contextos, como por ejemplo el G20, el G7, la Asamblea Mundial de la Salud (WHA, por sus siglas en inglés), y la Organización Panamericana de la Salud (PAHO, por sus siglas en inglés).

Durante la Asamblea General del año pasado, Estados Unidos no se comprometió con el disputado término en gran parte debido a nombramientos políticos de la administración Trump que no estaban en sus cargos aún.

Para la primavera, este cambio de personal llevó a los diplomáticos estadonidenses a oponerse activamente en las negociaciones sobre “salud sexual y reproductiva”. Y, recientes filtraciones reportadas desde el Departamento de Estado en cuanto a una nueva estrategia para impugnar el controvertido término, llevan a los estados miembros a creer que se viene una inevitable confrontación durante esta Asamblea General.

Países europeos, nórdicos y varios de los latinoamericanos son responsables de la difusión de este lenguaje en torno al aborto y a los derechos sexuales presente en resoluciones de Naciones Unidas.

Votaciones por venir en referencia a ésta controversial frase encontrarían amplio apoyo de parte de  estados miembros una vez Estados Unidos tome medidas decididas para manifestar su clara posición pro-vida. Países pro-vida informaron a Friday Fax que las únicas instrucciones recibidas por parte del Departamento de Estado fueron las referentes a las prioridades tradicionales de la política exterior estadounidense. Muy en contraste, los países europeos enviaron persuasivos comunicados, y llamaron a sus embajadores en la ONU pidiendo un apoyo contínuo al lenguaje de salud sexual y reproductiva.