ANÁLISIS: Trump cambia el paradigma de la causa provida a nivel mundial
NUEVA YORK, 18 de abril (C-Fam) La administración Trump echó por tierra décadas de diplomacia en política social de la ONU la semana pasada en la Comisión de Población y Desarrollo de la ONU. Un acuerdo de la ONU sobre políticas de población que debería haberse adoptado sin problemas fue rechazado por funcionarios estadounidenses debido a preocupaciones sobre género, gobierno global y aborto.
Estados Unidos envió un mensaje contundente de que no estaba dispuesto a adoptar un lenguaje sobre salud sexual y reproductiva, género y los objetivos de desarrollo de la ONU. Todos estos elementos se incluyen en docenas de resoluciones de la ONU cada año. Han formado parte del gran acuerdo sobre temas sociales en la ONU durante las últimas tres décadas y, por lo general, se adoptan sin problemas.
El compromiso de larga data de la ONU sobre cuestiones sociales puede resumirse en términos simples. Los países occidentales liberales promueven la ideología de género y el aborto en las políticas de la ONU bajo el lema de la salud sexual y reproductiva, la igualdad de género y el desarrollo internacional. Los países tradicionales les permiten hacerlo siempre que no impongan nuevas obligaciones legales internacionales.
El gobierno de Estados Unidos envió un fuerte mensaje: ya no está satisfecho con este compromiso.
Durante dos semanas de negociaciones, el gobierno estadounidense objetó el lenguaje sobre salud sexual y reproductiva, género y la Agenda 2030, un acuerdo de la Asamblea General de 15 años que ha sido ampliamente criticado por avanzar lentamente hacia un gobierno global. La postura se consideró tan indignante que casi ninguna delegaciones tomó en serio la amenaza estadounidense.
Cuando los delegados de Túnez y Colombia presentaron a la comisión de población de la ONU el borrador final del acuerdo, este incluía los elementos a los que el gobierno estadounidense se había opuesto durante las negociaciones. Por lo tanto, funcionarios estadounidenses bloquearon el acuerdo.
El fracaso de la comisión para llegar a un acuerdo no es algo nuevo. Cada año se ve envuelta en debates sobre el aborto, la ideología de género y las ideas extremas sobre los programas de educación sexual. Siete de las últimas diez sesiones de la comisión terminaron en un punto muerto. Pero el fracaso de las negociaciones de este año fue completamente diferente al de años anteriores.
En años anteriores, las negociaciones fracasaron porque los europeos insistieron en que la resolución anual de la comisión respaldara ideas extremas sobre programas de educación sexual o porque los países tradicionales insistieron en que la comisión debía reconocer la prerrogativa soberana de los países en materia de políticas sociales sensibles. Este año, estos temas no fueron un problema o no se trataron.
El borrador del acuerdo incluía todos los compromisos necesarios, lo cual habría asegurado su adopción en el pasado. Fue ampliamente considerado como “equilibrado”. Incluía un lenguaje sobre “salud sexual y reproductiva” que los países occidentales deseaban. También contenía un lenguaje restrictivo que exigía respeto a la soberanía, algo que los países tradicionales deseaban. Incluso excluía temas como la erradicación de la pobreza, el clima, el derecho al desarrollo, la ocupación israelí y las sanciones, consideradas como una línea roja para la delegación estadounidense. La adopción de este tipo de resolución era normal en estas circunstancias.
La única explicación de por qué la comisión fracasó es que la administración Trump se negó a preservar el status quo, uno que permite a las agencias de la ONU promover la ideología de género y el aborto bajo el pretexto de brindar “salud sexual y reproductiva” y proteger la igualdad de género.
Esto crea una oportunidad sin precedentes para renegociar los nuevos términos de la política social de la ONU, que respeten la soberanía y favorezcan a la familia, las madres y sus hijos no nacidos. La nueva situación del debate sobre la política social de la ONU afectará las negociaciones de decenas de resoluciones y planes estratégicos que se espera que finalicen este año y orientarán la labor de las agencias de la ONU en los próximos años.
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