C-Fam recibe a estudiantes internacionales para la Beca Edmund Burke

By Rebecca Oas, Ph.D.

NUEVA YORK, 9 de enero(C-Fam) Diez alumnos de grado se congregaron en la oficina central de C-Fam en Nueva York para un curso de una semana sobre Derecho Internacional, la ONU y el estado de los asuntos de la vida y la familia en el contexto mundial. Los estudiantes participaron de animados debates con diplomáticos, profesores y otros expertos a fin de formular ideas para su propio trabajo futuro.

Los becarios Edmund Burke de este año provinieron de Estados Unidos, Canadá, Alemania, México, Perú y Rumania. Una delegada bielorrusa dijo que se sintió como en su casa con un grupo internacional de este tipo: fue «tal como la ONU».

La beca lleva el nombre del estadista británico Edmund Burke. El profesor Jeremy Rabkin inició la conferencia con una exposición sobre la relevancia de Burke para la política moderna y comentó que él prefería un abordaje de la promulgación e interpretación de leyes que fuera prudente, basado en casos reales, en contraposición a los cambios radicales y de gran envergadura que tuvieron lugar en Francia durante su vida.

Rabkin advirtió de un concepto de derechos humanos que crea una extensa lista de ítems, que incluyen lo que sea, desde la libertad de expresión hasta las vacaciones pagas, colocándolos en igualdad de condiciones e insistiendo en que todos son esenciales. «Es poco práctico», dijo, «y no nos gustaría si fuera práctico».

La creación de «derechos boutique» puede llevar a un desmejoramiento de los derechos básicos, advirtió Joseph Rees. El ex embajador estadounidense para Timor Oriental señaló que no priorizar los derechos fundamentales como el derecho a la vida y a la libertad de culto por encima de los derechos económicos y políticos puede llevar a compensaciones políticas.

También es difícil hacer frente a violaciones de los derechos humanos sin un violador claro. Cuando alguien es torturado, se puede identificar al torturador, afirmó Rees. «Pero el hambre, la falta de trabajo: ¿quién es el violador? ¿Quién es el titular del deber?».

Los alumnos se enteraron de la más reciente estrategia de los activistas jurídicos de apropiarse del derecho humanitario para hacer que el aborto sea un derecho para las mujeres víctimas de violación en tiempos de guerra. La Directora de Investigación de C-Fam, Susan Yoshihara, presentó su reciente trabajo en el que descifra los precarios fundamentos jurídicos de esta afirmación y la ausencia del pedido de aborto por parte de las víctimas. Mientras que la ONU y coaliciones de gobiernos han hecho suyo el problema de la violencia sexual durante el conflicto en los últimos años, la situación apremiante de los «bebés de la guerra» ha sido ignorada casi por completo por organizaciones como Unicef, organismo de la ONU dedicado al bienestar de los niños del mundo.

Un ex funcionario del Departamento de Estado estadounidense habló con franqueza sobre los desafíos internos para garantizar que un gobierno sea fiel a los asuntos de la vida y la familia. Depende en gran medida de las personas a las que se les confía el trabajo en esa área. «El personal es política», sostuvo, y si la opinión individual de una persona respecto de un asunto no está reforzada por una verdadera convicción para actuar según ella, «lo urgente desplaza a lo importante».

Diplomáticos que están trabajando activamente en cuestiones sociales en la ONU se reunieron con los becarios. Varios recibieron a los alumnos en las misiones de sus países ante las Naciones Unidas.

La mayoría de los becarios está estudiando Derecho y les une una pasión por hacer uso de su formación para defender la vida humana y la familia a nivel internacional. En el transcurso de la semana, los alumnos comenzaron a trabajar individualmente en informes de políticas sobre asuntos controvertidos, como maternidad de alquiler y el cuidado de huérfanos, que serán ampliados en trabajos de investigación más extensos. Los trabajos seleccionados serán publicados como parte de la serie de C-Fam Young Scholars Series.

Traducido por Luciana María Palazzo de Castellano