Campaña encubierta para promover droga abortiva donde es ilegal

By Rebecca Oas, Ph.D. | May 24, 2013

NUEVA YORK, 24 de mayo (C-FAM) Mientras que continúan los debates sobre las leyes de aborto y las normas internacionales, está en marcha una campaña encubierta para conseguir la aceptación universal de las herramientas y de la capacitación para efectuar abortos, ya sea legal o ilegal.

Un ejemplo proviene de la región de Kigoma, en Tanzania. Las feministas a favor del aborto se jactan de haber fundado una clínica que distribuye la droga abortiva misoprostol en dicha área rural, pese a lo que un miembro anónimo del personal calificó como «contexto jurídico restrictivo». Un seminario de la agrupación abortista Women on Web (Mujeres en red) sirvió de inspiración para instaurar la clínica.

La estrategia para hacer que el misoprostol esté ampliamente disponible en Tanzania es dirigida por agrupaciones que promueven el aborto en los Estados Unidos, recibe fondos de donantes occidentales y es impulsada públicamente por organizaciones tanzanas que la promocionan con aspecto local y evaden el control jurídico al centrarse en el misoprostol como tratamiento para la hemorragia posparto.

La clínica de Tanzania «no es una institución de salud: se centra en la defensa y en los derechos de las mujeres», dijo Francine Coeytaux, destacada especialista, defensora de los fármacos abortivos y directora de la Iniciativa Misoprostol del Instituto de Salud Pública. 

Cuando se trata del misoprostol, las campañas de promoción informan la política de salud, y no al revés. La Organización Mundial de la Salud (OMS) se convirtió en el blanco del lobby agresivo de agrupaciones que promueven el aborto y que buscaban que la droga fuera incorporada a la Lista de Medicamentos Esenciales. La OMS a la larga clasificó el misoprostol como medicamento esencial para la hemorragia posparto con la reserva de que «de encontrarse disponible, se recomienda la oxitocina, ya que es más efectiva y económica».

Los defensores del misoprostol sostienen que pese a estar clasificado como un tratamiento inferior, no obstante debe ponerse a disposición, particularmente en el mundo en desarrollo, porque es más durable y no requiere refrigeración. Un artículo reciente debilita este argumento. Este, que fue escrito en coautoría por Coeytaux, comenta sobre la presencia de «una serie de productos con misoprostol en el mercado que no cumplen con los estándares internacionales, se encuentran mal almacenados o que simplemente se han vencido».

Coeytaux intentó en 2011 encontrar modos de promover el uso de esta droga para la hemorragia posparto en todo el mundo. Al mismo tiempo que admite que su asociación con el aborto genera polémica, en el informe recomienda que, en vez de restar importancia a dicha relación, «debería presentarse esta idea como una de las muchas formas en las que el misoprostol puede salvar potencialmente la vida de las mujeres».

La hemorragia posparto sirve de base lógica no polémica para hacer que el misoprostol esté disponible. Muchas agrupaciones que promueven su distribución han recibido subvenciones de la Fundación Gates, pese a que Melinda Gates dice que se opone al financiamiento del aborto. Pero, como señala Coeytaux, «las organizaciones más experimentadas en el trabajo con misoprostol son aquellas que lo usan para el aborto». Luego recomienda que cualquier consorcio de grupos que trabaje con el misoprostol para la hemorragia posparto «debería incluir organizaciones que [lo] emplean para el aborto».

Los especialistas del área de la salud han manifestado preocupación, ya que los argumentos en pro del misoprostol consisten en una avalancha de promoción y un mínimo de investigación en nombre de lo que es, en el mejor de los casos, un tratamiento de segundo nivel para el sangrado tras el parto. En una presentación del material de su informe, Coeytaux expuso sus razones fundamentales de manera más explícita: «La introducción del misoprostol para [la hemorragia posparto] abre la puerta para su uso como abortivo, lo cual salvará la vida de las mujeres».

Aunque pueda demostrarse que el acceso es más importante que la legalidad para las agrupaciones proabortistas presentes en países con legislaciones a favor de la vida, este no garantiza el uso. Una agrupación que promueve el misoprostol en Tanzania  descubrió que «pese a algunos logros, las tabletas de misoprostol actualmente escasean, tienen poca demanda y se utilizan poco».