Católicos objetan legislación pendiente sobre control poblacional en Filipinas

By Seana Cranston, J.D.

MANILA, 15 de octubre (C-FAM) – Surgen protestas en Filipinas mientras líderes católicos y agrupaciones laicas siguen de cerca proyectos de ley que promulgarían medidas nacionales de control de la población.

Dos proyectos de ley pendientes en Filipinas promueven la «salud reproductiva». Exigen que se dispensen métodos artificiales de control de la natalidad que incluyen potenciales abortivos. Los proyectos guardan una considerable similitud entre ellos en cuanto a su lenguaje. 

Los proyectos en cuestión requieren que el Estado garantice el acceso universal a la atención, servicios, métodos, dispositivos y suministros de salud reproductiva no sólo para adultos, sino también para adolescentes y niños. Ambos promueven métodos «modernos» de planificación familiar que incluyen píldoras para el control de la natalidad, dispositivos intrauterinos (DIU), inyectables  y preservativos.

En un país donde los medicamentos y los servicios de atención de enfermedades graves resultan demasiado costosos para muchos, los proyectos de ley catalogan los «suministros de planificación familiar» como «medicamentos imprescindibles».

Además, someten a los niños filipinos a una «educación sexual y de salud reproductiva adecuada a la edad» de carácter obligatorio. Esto incluiría a los niños que asisten a colegios católicos.

El proyecto del Senado afirma que no establece ningún mecanismo de control de la población y dice, en su lugar, que ayuda a los padres a «ejercer su derecho a planificar libre y responsablemente el número y espaciamiento de sus hijos». No obstante, la versión de la Cámara contiene una sección titulada «tamaño ideal de familia» que indica que dos niños por familia es el ideal y que el Estado debería alentar este concepto. 

La versión del Senado cita, a modo de respaldo, una serie de tratados y compromisos internacionales asumidos por Filipinas y sostiene que ellos protegen el derecho a la salud, que incluye la libertad sexual y reproductiva.  

En respuesta, líderes católicos filipinos advierten que podrían incurrir en desobediencia civil. Los obispos apoyan las protestas de los ciudadanos en contra de los proyectos de ley, según una declaración pública de la Conferencia Episcopal Filipina. Según trascendió, durante una reciente visita a los Estados Unidos, el presidente de Filipinas, Benigno Aquino III, dijo que apoya personalmente la distribución de anticonceptivos artificiales para regular la población. Esto llevó al director de la Comisión Episcopal de Vida y Familia a declarar que el gobierno norteamericano influenció la decisión del presidente Aquino de respaldar el control de la población.  

Según Jo Imbong, abogada de la Conferencia de Obispos Católicos de Filipinas, muchas de las medidas de salud reproductiva y control de la población incluidas en los proyectos forman parte de la política del gobierno desde hace tiempo. Están respaldadas por subvenciones gubernamentales y donaciones de instituciones, aun sin que esté vigente la «salud reproductiva».

Filipinas recibió poco tiempo atrás un subsidio por 1,2 millones de dólares provenientes del Fondo de Población de la ONU para proyectos de salud reproductiva en áreas rurales. En septiembre, el presidente Aquino y la Secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, firmaron un acuerdo en Nueva York durante la cumbre de la ONU, por el que asignaron al país asiático 434 millones de dólares en fondos para el desarrollo. Un comunicado de prensa asegura que el dinero financiará la reducción de la pobreza y proyectos de desarrollo comunitario.

Los intentos previos de aprobar proyectos de ley sobre reducción de la población y salud reproductiva, algunos de los cuales incluían la política de dos niños por familia, fracasaron en Filipinas. El país también sufre desde hace tiempo la incesante presión ejercida para que se despenalice el aborto, aseguró Imbong. La constitución filipina de 1987 ampara la vida desde el momento de la concepción y no contempla excepciones.

 

Traducido por Luciana María Palazzo de Castellano