Cuestionan postura de Amnistía sobre prostitución
NUEVA YORK, 18 de septiembre (C-Fam) Mientras Amnistía Internacional da cuerpo a su nueva política en respaldo de la despenalización de la prostitución, Rachel Moran tiene conocimientos profundos que ofrecerle.
Su vida en el comercio sexual, y su decisión de escapar de él, le ha convertido en activista líder en contra de la política de Amnistía. La autora de Paid For: My Journey Through Prostitution (Fui pagada: mi recorrido por la prostitución), habla abiertamente de la violencia, el aislamiento y el consumo de drogas inherentes a la prostitución. Lo que la gente como ella necesita, dice, es ayuda para salir.
Una vez que la prostitución es legal, «no hay incentivo para que el gobierno ofrezca estrategias de salida para quienes quieren escapar de ella», escribe Rachel.
Su recorrido comenzó siendo huérfana en Irlanda. A los quince, «estaba en la calle sin hogar, educación ni competencias laborales. Todo lo que tenía era mi cuerpo».
Consumir drogas es «tan común para las mujeres que se prostituyen como limpiar mesas para una camarera», dice. «La realidad cotidiana es un trauma, y quieres huir de eso».
La resolución de Amnistía apoya «la despenalización absoluta del trabajo realizado con consentimiento en todos sus aspectos». La agrupación aseguró haber abordado el asunto «desde el prisma de las normas internacionales de derechos humanos».
Los tratados, no obstante, proscriben la prostitución (especialmente de niños) diciendo que es incompatible «con la dignidad y el valor de la persona humana» y que pone «en peligro el bienestar del individuo, de la familia y de la comunidad».
La campaña de Amnistía a favor de la prostitución se centra en las mujeres que, en teoría, eligen dedicarse al «trabajo sexual» y desvía la atención de los proxenetas, de los prostíbulos y de los clientes: los que más ganan al normalizarse el trabajo sexual.
«Es absurdo decir que se puede empoderar a una persona permitiendo que su cuerpo esté tan abierto al público como una estación de trenes o de autobuses», sostiene Rachel. Y el consentimiento exige alternativas viables.
Cuando se avala socialmente la prostitución, el mercado se expande. «¿De dónde vienen estos cuerpos nuevos?», pregunta Rachel. «Las jóvenes con alternativas no van a decir: “Me meteré en el trabajo sexual en vez de ir a la universidad”».
«No. Las jóvenes desfavorecidas socialmente son encaminadas directamente hacia la prostitución».
Los activistas LGBT también notan que la juventud vulnerable es más susceptible de ser prostituida, incluso cuando ellos defienden la despenalización de todos los aspectos del trabajo sexual.
Dos semanas después de la votación de Amnistía, agrupaciones LGBT criticaron sin demora una campaña en contra del sitio «Rentboy. com». Su director ejecutivo, quien se autodefine como «proxeneta cibernético», y empleados fueron arrestados en Nueva York por promover la prostitución. Desde 2010, el sitio embolsó 10 millones de dólares provenientes de cuotas mensuales y anuncios clasificados de prostitutos, quienes detallaban precios de servicios sexuales.
«El trabajo sexual afecta desproporcionadamente a la comunidad LGBT», escribió Sam Brinton. El copresidente de #BornPerfect dice que los arrestos fueron un «ataque devastador» a la gente joven que se identifica como lesbiana, gay o transexual (LGBT) y se vuelca a la prostitución.
Muchos «jóvenes LGBT se dedican al trabajo sexual solo para sobrevivir».
No obstante, no se arrestó a ninguno de los prostitutos que publicaban anuncios en el sitio. Esta estrategia corresponde al modelo nórdico, defendido por Rachel y otras personas, en el que se declara ilegal el proxenetismo, los prostíbulos y la compra de sexo, pero no a quienes son prostituidos.
Los especialistas sostienen que los adolescentes y los niños se venden a sí mismos por poco dinero, por el precio de una comida, mientras que los proxenetas y los clientes dan mucho valor a su juventud y vulnerabilidad.
«Atendí teléfonos en suficientes prostíbulos como para saber», dijo Rachel en un tweet, «que la pregunta más frecuente siempre es “¿Cuál es la chica más joven que tienes?”».
La solución es generar vías para salir de la prostitución, como ayudar con el cuidado de niños, la educación y las adicciones.
La voluntad de Rachel de escapar se despertó ante el hecho de que su hijo de cuatro años ingresaba a la escuela y por una relación íntima con un hombre en la que ella experimentó «la sexualidad de una manera que fue puesta en esta tierra para ser vivida».
Traducido por Luciana María Palazzo de Castellano
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