El Vaticano defiende a los niños por nacer en Cumbre Humanitaria de la ONU

By Susan Yoshihara, Ph.D. | May 31, 2016

Estambul, 27 de mayo (C-Fam) El Vaticano recordó a los líderes mundiales que no existe un derecho internacional al aborto en una cumbre mundial celebrada en Estambul esta semana. La Santa Sede rechazó las propuestas europeas de creación de un nuevo derecho al aborto dentro de los Convenios de Ginebra, también conocidos como derecho internacional humanitario o leyes de guerra.

La «Santa Sede enfatiza que no existe el derecho al aborto dentro de los límites del derecho internacional de los derechos humanos ni del derecho internacional humanitario y reitera la exhortación del Secretario General de que los Estados que son y no son parte del conflicto armado deben abstenerse de “interpretaciones expansivas y polémicas” del derecho internacional», sostuvo el cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado Vaticano.

La declaración tuvo la intención de poner al descubierto las iniciativas europeas tendientes a definir a los niños en gestación que son concebidos producto de la violencia sexual durante conflictos como «herida de guerra» que debe ser abortada para «curar» a la madre.

Parolin hizo uso de la palabra en la primera Cumbre Humanitaria Mundial, conferencia de la ONU cuyo propósito es reforzar la débil respuesta humanitaria para los flujos masivos de refugiados y ayudar a las 130 millones de personas que viven en crisis humanitarias.

Dinamarca anunció que demostraría su liderazgo en el campo del humanitarismo financiando «salud y derechos sexuales y reproductivos en contra de la violencia de género» y «el derecho tener educación sexual integral, y también el derecho al aborto». Para ese fin, dijo que aumentaría la provisión de fondos para la labor del Fondo de Población (UNFPA) en Siria, devastada por la guerra. Dinamarca es uno de los principales donantes del UNFPA, de International Planned Parenthood, de ONU Mujeres y de Amplify Change.

Países Bajos, otro importante donante de la ONU, sostuvo: «las mujeres y las niñas deben tener acceso a servicios de salud sexual y reproductiva y a suministros que incluyan anticonceptivos, aborto seguro y asistencia post violación».

El presidente de la poderosa fundación Oak dijo: «nuestro principal compromiso es el de apoyar y subvencionar organizaciones que ofrecen o defienden el derecho a los derechos sexuales y reproductivos integrales», lo cual implica «el derecho al aborto como parte de la atención médica sin discriminación conforme al derecho internacional humanitario». Esta fundación subvenciona a la agrupación abortista Ipas y a Global Justice Center, arquitecto de la campaña por el aborto dentro del derecho humanitario.

Su estrategia apunta a una ley de ayuda exterior estadounidense que prohíbe el financiamiento del aborto en el extranjero. La Enmienda de Helms ha sido objeto de ataques porque las agrupaciones abortistas esperan acceder a millones de dólares estadounidenses más antes de que el gobierno de Obama llegue a su término.

Pero cuando seis naciones europeas dijeron a Estados Unidos el año pasado, en el Consejo de Derechos Humanos, que la ley viola los Convenios de Ginebra, Estados Unidos manifestó su rechazo. Durante la Cumbre, este país evitó totalmente el tema en las observaciones que tenía preparadas.

Los defensores de los niños concebidos tras la violencia sexual señalan que el enfoque en abortarles hace mucho más difícil ayudar a ellos y a sus madres. Informan que cientos de miles de estos niños padecen estigmas y discriminación debido a la circunstancias de su origen. Es posible que cientos más padezcan ese destino: quienes están naciendo producto de la violencia de grupos armados como el Dáesh (conocido como «Estado Islámico») y Boko Haram.

La Santa Sede defendió a dichos niños, alentando a las «instituciones religiosas y a las organizaciones católicas a acompañar a las víctimas de violación en situaciones de crisis, quienes, a su vez, necesitan asistencia permanente y efectiva en materia psicológica, espiritual y material para ellas así como para sus hijos concebidos y nacidos producto de violaciones». 

Traducido por Luciana María Palazzo de Castellano