Un nuevo libro revela la sórdida historia del control de la población de la ONU
WASHINGTON, D.C. 8 de Marzo (C-Fam) Un proyecto de varias agencias de la ONU no solo ha desarrollado medicamentos y dispositivos anticonceptivos, así como el aborto químico, sino que también aprovecha sus hallazgos para influir en la política mundial y las leyes dentro de los países miembros de la ONU.
Esta sórdida historia se explora en un nuevo libro escrito por Louis-Marie Bonneau y Grégor Puppinck del respetado Centro Europeo para el Derecho y la Justicia (ECLJ).
Los autores señalan que el “Programa Reproductivo Humano” (HRP) fue fundado en medio del furor sobre la amenaza de la “bomba de población” popularizada por el autor maltusiano Paul Ehrlich, cuyo libro de 1968 advirtió que la superpoblación llevaría al sufrimiento humano generalizado, el hambre y la muerte.
Los programas de control de la población del siglo XX ahora son ampliamente vistos como abusivos y mal concebidos, y las predicciones de Ehrlich nunca se hicieron realidad. El HRP cambió la narrativa para sugerir que sus productos abortivos y anticonceptivos eran formas de cumplir con los derechos humanos, en lugar de negarlos, como era común en programas anteriores de control de la población.
Esta nueva estrategia se puso de manifiesto en la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo de 1994, en que los términos “salud sexual y reproductiva” y “derechos reproductivos” entraron en la política de la ONU, renombrando los medios de reducción de la fertilidad como el derecho de las personas y las familias a su acceso, en lugar de algo que los gobiernos deben imponer de arriba hacia abajo. Sin embargo, el resultado previsto -reducir el crecimiento de la población- se mantiene firmemente.
El trabajo reciente más notable de la HRP es su directriz de 2022 sobre el aborto, que instó a los países a eliminar todas las restricciones legales al aborto. A pesar de que el aborto nunca ha sido declarado un derecho por consenso mundial, la directriz sobre el aborto señala que las opiniones no vinculantes de los órganos de supervisión de tratados han pedido su despenalización en todas las circunstancias.
“Esta afirmación demuestra claramente que [HRP] utiliza su autoridad científica para torcer el brazo de los estados cuando se trata de interpretar los tratados que han firmado”, escriben Bonneau y Puppinck.
Además de sus afirmaciones de autoridad científica, el HRP también cuenta con el respaldo de países y fundaciones poderosos y ricos. Los autores del libro señalan que la guía sobre el aborto fue escrita después de que la fundación de Warren Buffett prometiera una subvención de $100 millones.
La financiación adicional para el HRP proviene de las fundaciones Ford y Rockefeller, ambas con vínculos desde antiguo con las políticas internacionales de control de la población, y de las fundaciones Gates, Hewlett y MacArthur.
El HRP también recibe fondos de países occidentales ricos como Suecia, Noruega, Dinamarca, Alemania, el Reino Unido, los Países Bajos, Canadá, Australia y los Estados Unidos. La financiación adicional proviene de organismos de las Naciones Unidas, incluidos la OMS y el UNFPA, que a su vez reciben contribuciones tanto de gobiernos nacionales como de donantes privados.
Bonneau y Puppinck señalan que la OMS, “como todas las agencias especializadas… coordina su trabajo con las Naciones Unidas a través de acuerdos negociados sin dejar de ser jurídicamente independiente”. Debido a ello, el HRP, que opera bajo los auspicios de la OMS, demuestra más responsabilidad con las prioridades de sus donantes que con el texto de los acuerdos alcanzados por la Asamblea General u otros órganos de las Naciones Unidas que funcionan sobre la base del consenso.
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