El resurgimiento y cambio de marca del control poblacional

By Rebecca Oas, Ph.D. | October 13, 2017

WASHINGTON, D.C., 13 de octubre (C-Fam) Los defensores del control de la población han encontrado una manera de recuperar parte de su respetabilidad en la arena pública al usar el encuadre y las métricas de los defensores de la planificación familiar. Pero la táctica requiere métricas dudosas y plantea una serie de preguntas éticas.

La coacción y las tácticas abusivas son la razón por la que el control de la población, alguna vez una agenda global ampliamente promocionada, cayó en desgracia hace décadas. Más tarde, perdió credibilidad cuando las predicciones calamitosas de inanición masiva debidas a la explosión de la “bomba de población” no se materializaron. Pero incluso cuando los defensores del control de natalidad cambiaron al enfoque de los derechos de las mujeres, el argumento de la sobrepoblación nunca desapareció completamente y el aumento del activismo del cambio climático, evidente en fanfarrias académicas sobre un nuevo libro, Drawdown, puede indicar el resurgimiento del control de la población.

Drawdown establece un enfoque multifacético para reducir las emisiones de carbono, se estima que el aumento de la inversión global en planificación familiar, junto con la educación de las niñas, podría reducir las emisiones en 119,2 gigatoneladas de dióxido de carbono.  Un blog de Brookings Institution cita esto como un ejemplo de por qué “la planificación familiar es más rentable que muchas soluciones técnicas, como la inversión en tecnología de energía limpia”.

Drawdown no proporciona una estimación de costos para esta inversión en planificación familiar, afirmando que es “inapropiado monetizar un derecho humano”. Sus autores argumentan que “una mayor adopción de la salud reproductiva y la planificación familiar es un componente esencial para alcanzar la proyección global de la población mundial de 9.7 billones de personas para el 2050, de las Naciones Unidas”. Pero cómo exactamente esa “mayor adopción” se logrará mediante el cumplimiento en lugar de la reducción de los derechos humanos no está claro.

Al igual que otros análisis que vinculan la planificación familiar y la reducción de la fertilidad con la reducción de las emisiones de carbono, Drawdown cita la cifra de 200 millones de mujeres descritas como “necesitadas” para la planificación familiar, pero las define incorrectamente como “carentes del acceso necesario a la anticoncepción”.

De hecho, solo alrededor del 5% de la “necesidad no satisfecha” se puede atribuir a problemas de costo o acceso. Por lo tanto, es poco probable que el mero hecho de proporcionar acceso a métodos de planificación familiar -a un costo deliberadamente dejado sin especificar- sea suficiente para convertir a millones de mujeres en usuarios consistentes de productos y artículos que ya han rechazado como una opción.

Escribiendo para Vox, el periodista ambiental David Roberts explicó que, si bien lo ve como una preocupación importante, evita el tema de la población debido a sus “desagradables asociaciones”. En cambio, apunta a Drawdown como evidencia de que “sabemos la respuesta. Es la planificación familiar lo que permite a las mujeres tener únicamente hijos deseados y que se eligen”.

El demógrafo John Cleland describió el concepto de “necesidad no satisfecha” como “un puente inestimable entre un enfoque feminista y de derechos humanos para el control de la fertilidad y un fundamento demográfico-económico”. Como puente teórico, permite a los ambientalistas presentar las teorías maltusianas en el lenguaje de los derechos y el empoderamiento, pero, como cuestión práctica, no explica cómo el uso de anticonceptivos puede aumentar voluntariamente cuando la “necesidad” no tiene una demanda correspondiente.

Al señalar que “el campo de la planificación familiar ha estado luchando con el tema de la coerción durante décadas”, Karen Hardee y sus colegas del Population Council escriben que “definir la coacción o las acciones coercitivas de manera demasiado amplia podría incriminar a todos los programas de planificación familiar” los cuales supuestamente existen para empoderar a las mujeres y darles lo que quieren, como una cuestión de derechos.