Lancet y Guttmacher publican su lista de deseos centrada en el aborto, antes de la Asamblea Mundial de la Salud
WASHINGTON , DC, 11 de mayo (C-Fam) Los defensores del aborto y los ” derechos sexuales ” han trabajado durante décadas para hacer avanzar su agenda en las instituciones internacionales , pero nunca han logrado un consenso mundial. Esta semana se puso en marcha una serie de documentos con la esperanza de influir en el órgano de gobierno de la Organización Mundial de la Salud, en su próxima la Asamblea Mundial de la Salud, que se reunirá a finales de este mes en Ginebra y establece la agenda de la OMS.
Estados Unidos contribuyó o ponderó casi quinientos millones de dólares para financiar esa agenda en 2017.
En un evento en Sudáfrica el martes, el Instituto Gu ttmacher dio a conocer una agenda ambiciosa para definir y promover “la salud y los derechos sexuales y reproductivos” (SDSR), que incluye inequívocamente el aborto, y no solo donde actualmente es legal.
Publicado en el Lancet, la nueva Comisión estuvo trabajando varios años en la fabricación y establecimiento para “comprensivamente” definir los DSSR, mismo que ha sido rechazada por las naciones en la Asamblea General de la ONU, y nunca ha sido definido o aceptado formalmente en un acuerdo de asociación global . La definición propuesta incluye explícitamente el aborto “seguro” y la educación sexual integral, que se encuentran entre los temas más polémicos de las negociaciones en la ONU.
También solicitada por la Comisión -pero ausente del consenso de la ONU- esta la terapia hormonal para aquellos que se identifican como transexuales y los posibles cambios en la ley “relacionados con el tratamiento de la infertilidad, la adopción y la maternidad subrogada” para permitir que las parejas del mismo sexo formen familias.
Al igual que muchas otras agencias de la ONU, la OMS responde a las naciones del mundo por su autoridad, pero también es una gran burocracia con una historia de excederse su mandato. En los últimos años, publicó documentos guía sobre “aborto seguro” que socavan explícitamente el derecho de los países a establecer sus propias leyes y políticas sobre la legalidad del aborto y coloca los derechos de conciencia de los trabajadores de la salud en segundo lugar con respecto del “derecho” de las mujeres para acceder a los procedimientos de aborto. El año pasado, la OMS lanzó una base de datos mundial, sobre leyes y políticas del aborto, explícitamente con el propósito de eliminar las barreras al “aborto seguro”, en el sitio web SRHR.org.
Con respecto a la nueva comisión Lancet – Guttmacher en DSSR, la OMS tiene el cuidado de reconocer sus límites, mientras que telegrafian un fuerte apoyo a las recomendaciones que contiene. La Comisión incluye un descargo de responsabilidad que dice que los coautores afiliados a la OMS son los únicos responsables de sus opiniones, que “no representan necesariamente las decisiones, políticas o puntos de vista de la OMS “. Sin embargo, se publicó junto a la Comisión en un comentario separado una declaración del Los jefes de la OMS y UNFPA diciendo que las dos agencias “acogen con satisfacción el informe” y reconocen que es una “prioridad estratégica” para ambas agencias es la cobertura universal de salud, “como se detalla en el informe y en línea con las directrices actuales de la OMS”, incluir “aborto seguro” y “educación sexual integral”.
Si bien la Comisión se basa en gran medida en el lenguaje de los derechos humanos para defender su estrategia, ni sus recomendaciones ni su concepto de lo que constituye un derecho humano son el resultado del consenso mundial, dejando abierta la cuestión de la fuente de su autoridad moral. En el mejor de los casos, ofrecen “pruebas” generadas por Guttmacher que no pueden resolver las cuestiones filosóficas fundamentales en juego. Sin embargo, como se afirma en una editorial acompañante coautoría el editor de Lancet, Richard Horton, “mientras las fuerzas conservadoras globales se están uniendo, también hay unarespuesta comprometida y organizada “.
Como si el intento infructuoso de establecer un derecho global al aborto en la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo en 1994 -y todos los intentos desde entonces- fuera cualquier cosa menos comprometido y organizado.
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