Salas vacías, feministas frustradas y ausencia de jerga abortista en la Conferencia de la ONU sobre la Mujer

By | March 13, 2020

El Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, se dirige a la 64ª Sesión de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer.

NEW YORK, 13 de marzo (C-Fam). Apenas hubo aplausos cuando los oradores hicieron sus intervencioines en la reducida Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer que se reunió el lunes. Se podía palpar la decepción en el Salón de la Asamblea General.

“Existe un marcado contraste esta sesión de apertura y las de años anteriores. Todos podemos ver que falta algo. En esta sala y en toda la ONU,” dijo Mona Juul, embajadora de Noruega en la ONU y Presidente del Consejo Económico y Social, un cargo anual.

El brote del nuevo coronavirus, COVID-19, obligó a la comisión a cancelar y posponer gran parte del evento anual. Los estados miembros de la ONU decidieron ocuparse únicamente del aspecto comercial de la conferencia, cuya proyectada duración de dos semanas quedó reducida a una sesión de dos horas del pasado lunes. En esta sesión se llegó al acuerdo político de celebrar el 25 aniversario de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, celebrada en Pekín en 1995. Pero nadie parecía estar de celebración.

Los funcionarios de las Naciones Unidas y los gobiernos lamentaron que la mayor parte de la comisión anual se pospusiera o cancelara y, mediante eufemismos y críticas veladas, se quejaron del “retroceso” de la administración Trump y de otros gobiernos de todo el mundo respecto al “avance” del derecho internacional al aborto.

“El acceso de las mujeres a los servicios de salud sexual y reproductiva está lejos de ser universal”, señaló desde el principio el Secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Guterres.

“Debemos hacer retroceder al retroceso”, enfatizó, repitiendo lo que ahora se ha convertido en su lema para enmarcar y haciendo así un velado ataque a la administración Trump y a la política exterior provida de los Estados Unidos.

Los gobiernos proaborto y los funcionarios aliados de la ONU están cada vez más frustrados por la política exterior provida de los EE.UU. La postura de EE.UU. ha animado a otros países a expresar su oposición al aborto en los debates de la ONU.

La Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer, formada por un grupo de naciones que incluye a los Estados Unidos, adoptó una declaración política que no contiene términos abortistas. En las declaraciones anteriores, incluida la última vez que la comisión acordó una declaración política (en 2015), se excluyó el término “salud sexual y reproductiva”, que sigue siendo tan controvertido como siempre.

Este año, sin embargo, algunos gobiernos han sido especialmente críticos con el hecho de que no se incluyeran estas expresiones clave de la jerga abortística. Entre las naciones descontentas se encontraban los países nórdicos, todos los estados miembros de la UE y los aspirantes a serlo, quince países latinoamericanos conocidos como el “Grupo de Santiago” y Sudáfrica.

Se estima que unas 12.000 mujeres habían planeado asistir a la comisión debido a la celebración prevista del aniversario de la conferencia de Pekín. La reunión de 1995 fue un hito en la política internacional de las feministas, sobre todo por haber consolidado la inclusión del aborto en la política de la ONU.

Cada año, miles de mujeres de todo el mundo se reúnen en la sede de la ONU en Nueva York con motivo de celebrarse la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer durante dos semanas de conferencias y trabajo en red ininterrumpidos, que pretenden resolver los problemas de las mujeres a nivel mundial. Este animado evento, de ambiente festivalero, es el mayor acontecimiento feminista anual de todo el mundo, y el segundo mayor evento anual de la ONU.

Los grupos abortistas, que figuran entre los mejor financiados y más publicitados de los grupos feministas, controlan gran parte del programa de actividades de la conferencia. Este año no hubo ninguno de los habituales aplausos y burlas para apoyar el aborto e intimidar a la Santa Sede o a otros organismos que hacen declaraciones provida. Los activistas y diplomáticos parecían desorientados. El evento fue irreconocible respecto a las sesiones anteriores.